SOIOS presenta su nuevo disco, nueve oportunidades para vibrar alejados del caos

El músico ecuatoriano lanzó su nuevo disco ‘Flor es ser’. Unas semanas antes del lanzamiento lo conocimos y hablamos con él sobre el placer de sentir en sus canciones.

Se llama Nicolás y nació en el 94, le gusta lo simple, es tranquilo y responde a las preguntas con suma paz, estricto con cada palabra, como si explicara la enciclopedia de su vida en todas las letras. SOIOS es un margen lejano de la locura diaria, es vivir donde lo primitivo es lo que importa. Una fotografía que suena parecida en sus canciones.

Esta conversación ocurrió un mes antes del lanzamiento de su último álbum, Flor es ser, que vio la luz el 23 de marzo de este año. El músico quiteño eligió un lugar alejado de las autopista en medio de Tumbaco, un bosque cobijado de flores amarillas y piedras desordenadas entre el chaquiñán. La imagen es naturaleza pura, un ambiente común en el proceso creativo de SOIOS, quien prefiere la lejanía del ruido urbano para concentrarse en su arte. Él dice que su proyecto significa “reconocernos en esta vida, como canalizadores de experiencias humanas y esenciales”, algo que refuerza con que su arte representa su propia vida, que, a la vez, es la de otros.

Desde pequeño estuvo cerca del arte, su padre fue pintor luego de ser parte de la vida militar. La madre le llevaba a teatros y festivales, inclusive a Raymis. El hermano hace vida en la pintura hasta la actualidad. Sus primeros recuerdos de cercanía a la música distan de lo que actualmente compone, uno de ellos es de hace mucho, exactamente de cuando tenía tres años:

“De pelado me regalaron unas maracas y una pequeña guitarra. Yo estaba encantado con las maracas, no las soltaba en todo el día. Recuerdo que me encantaba Salserín. Los veía en televisión. Vi eso y me sentí identificado. Entonces nada, mi mamá me quitaba las maracas y yo seguía haciendo el mismo gesto de seguir tocando. La música ya estaba adentro mío. El background viene del gozo. De poner ritmo al cuerpo. Hay un silencio interno que se disfruta. Ahora lo veo con más edad y mi experiencia es que el silencio también suena. También tiene una vibración y esa la sentimos todos…”

Reconoce que, para llegar al presente, su pasado ha sido difícil en su crecimiento pero que “su familia se ha levantado desde un lugar como el arte para creer en nosotros mismos”. Vivió siete años en la Costa ecuatoriana y luego partió a la Sierra. Sobre esa experiencia él dice: “mi crecimiento si fue desde lo urbano, pero pude conectar con la naturaleza al llegar a la Sierra, así me he mantenido, en ese crecimiento constante”.

Aquella evolución se expresa en canciones que necesitan de atención para sentirse plenamente. Las nuevas composiciones se pegan a las sensaciones primitivas del cuerpo y la naturaleza, a elementos quietos que están trascendiendo en cada nueva escucha. Encontrando la pureza después de experimentar lo mundano. Sobre esto último SOIOS comenta lo siguiente:

“(…) es la sensación de liberarse de todos estos prejuicios o complejos que nos da el sistema en el que estamos, esta liberación, disolución del ego. Desaprender mucho de lo que no te enseñan en la escuela, incluso en la casa. Si es un propósito en la vida encontrar un balance que siempre estará en movimiento. Para eso se hacen prácticas que son la meditación, o cualquier otro tipo, como tocar el instrumento o hablar sobre la obra, todas estas maneras de estar en coherencia con lo que te gusta hacer o vibrar, intentando tener un proceso siempre con mucha apertura para que todas las personas presentes puedan escuchar puramente lo que se está diciendo. Que venga desde el trabajo más pulido para que esa estimulación sea directa y no se llene de estas barreras en las que se puede caer si no escuchamos bien. Un poco el trabajo que hago es llevar a las personas esta conciencia de que un humano está haciendo esto por ellos también, porque está canalizándolo, sintiéndose y lo comparte desde un lugar que lo reconoce al otro como parte de este viaje”.

Esta especie de ‘idea general’ sobre la conciencia está cimentada en su cercanía al mundo, “siempre he estado en conexión con la naturaleza. Mar, fincas. Porque llegué acá a la Hacienda de La Viña (Quito) hace muchos años y siento que todas las experiencias son válidas. Ahora lo que veo es que a la gente le interesa saber desde cuando conectaste, desde que nos parieron. La experiencia de conectar es inmemorial”, dice. Acerca de la manera de comunicarse, él reconoce que ha encontrado un “lenguaje lo suficientemente sólido y elástico”, continúa con que “es como integrarse a eso (los objetos), reconozco a esta piedra como un maestro, o la información que está ahí. Al menos en este momento de vida me interesa mucho la naturaleza de los seres. En la quietud he encontrado el máximo movimiento. He encontrado ese ‘otro lado’”.

En este viaje él maneja varias posiciones sobre cada ruta que toma, dice que “aprendió a callar, a quedarse quieto, a no decir con el cuerpo más de lo que necesita” y que “también, en un tiempo, entenderá cuánto estaba diciendo él con esa expresión física y corpórea y cuánto no. Aprender a revisarse”.  

En su nuevo disco hay un ambiente sonoro que te anima a encerrarte en una mente compartida, entre el músico, sus ideas y las tuyas. Como dice SOIOS, la música que crea es para todos, porque sentimos similar. La voz ligera, onírica, su guitarra que acaricia, rasga suspiros y a veces una energía animada, convierte a todo el viaje del disco en una experiencia con varias perspectivas, que surgieron de su investigación personal con grabaciones del exterior.

Sobre procesos, ¿es común tu práctica de grabar sonidos en lugares?, pregunto. Él dice que “lo fue durante casi tres años. Me dediqué a grabar. Es para la música que está saliendo. Durante dos años me dediqué a registrar sonidos, sentí que era lo más directo a la música. Todo eso era mi escuela (la naturaleza). Me gusta llevar esa energía (de lugares) al estudio. Siempre es una experiencia nueva, algo que me va a vislumbrar con mucha gracia, siempre te va a asombrar cuan profundo puedes captar un sonido o una idea y creo que eso es la práctica, la meditación”.

Una frase que se queda para explicar su práctica es: “lo que grabo me graba”. SOIOS recuerda darse el tiempo para ubicar y generar arreglos rítmicos, texturosos, desde estos elementos naturales. “Son muchos elementos, estados, en el que la canción te recuerda cuanta vida hay en ella y ahí está”, dice y que funcionan para que, en cuatro o cinco minutos que dura una canción, tengas la oportunidad de vibrar lo que mejor puedas.

Esta vez tendremos nueve oportunidades para conseguir la vibración adecuada. El disco del ecuatoriano tiene nueve canciones y se presenta como su primer álbum de larga duración, después del EP Semillas del Tiempo Vol. I  en 2017 y el Vol. II en 2019. En él tiene una colaboración el legendario Alex Alvear, en la canción ‘Canto Rodado’. Es una producción totalmente hecha por SOIOS, a excepción de la masterización, que fue trabajada en Suiza, en el estudio Svenska Grammofonstudion, por Hans Olsson y la mezcla, trabajada por Edmundo Pérez. También trabajó en el disco Bruno Thiel, como ingeniero de grabación.

La portada es una fotografía de Pablo Secaira, retocada por Adriana Gómez y bajo la dirección creativa del propio SOIOS.

Escucha acá abajo Flor es ser: