Las entrevistas de este perfil fueron hechas en 2020, al igual que su escritura.
Migrar a Estados Unidos para que tu proyecto de pop toque la cima. Esa es la idea Neoma para su música. De a poco esta idea se ha convertido en su vida o como ella mismo le llama: su destino.
Es de tarde en Cuenca. Junto a mi mejor amigo, que es mi camarógrafo, invadimos con cuidado una carpa a un lado de la glorieta del Parque Calderón. Este pequeño camerino improvisado es del tamaño de dos baños de gasolinera. Hay teclados amontonados en cada esquina y varios platillos de batería que ponen a prueba nuestro sigilo. No pasamos inadvertidos, nos sorprende una mirada ocupada, una pequeña adolescente vestida con un abrigo rosado, que grita estéticamente la palabra pop.
Ella está sentada en una silla plástica. La están maquillando. Se percata con sencillez de nuestra desgraciada visita al ‘camerino’. Nos sonríe cuando sabe que prendemos la cámara y enfocamos su rostro.
Le vemos y nos mira. Mi amigo sabe que le he hablado de ella antes del concierto. Viajamos siete horas desde Quito para esa edición de la Fiesta de la Música. Ese momento del camerino es un objetivo cumplido de todo este trayecto.
Al fin conocemos a Neoma.

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Su nombre es Carla Alejandra Huiracocha Ortiz. Esa tarde en Cuenca tiene 17 años. Dos años después está en Denver (Estados Unidos), con un objetivo concreto: convertirse en una estrella pop.
Se define migrante y popera en todas nuestras conversaciones. Aunque nació en Elizabeth (New Jersey), el 5 de octubre del 2000, dejó Estados Unidos a los dos años de edad junto a su familia.
Se crío en Cuenca como hija única. A los cinco años, más o menos, sabía que quería algo concreto en la vida. O así lo recuerda, cuando piensa en los breves acercamientos a Shakira a esta edad. “Yo me subía a la mesa a cantar y hacer un show”, me dice, desde ahí piensa que “esta huevada (la música) está en su sangre”.
“Mi papá cantaba, él se juntaba con sus amigos, abrían un vinito, sacaba un cuadernillo y empezaba a tocar”, recuerda.
De niña le decían que “era el milagrito”, que por la prueba y efecto de su existencia. Ahora las etiquetas le llueven con más intensidad, “joven promesa”, o “popstar”.
Inicia su carrera musical muy joven, entre los 16 y 17 años, con un sencillo llamado ‘Lunares’, se convierte de a poco en una señal de esperanza dentro del circuito musical alternativo en Ecuador. En ese mismo año, 2017, lanza ‘Real’, canción por la que se vuelve conocida entre sus colegas de la ciudad quienes, en su mayoría, le doblaban la edad.
Lanza dos sencillos más antes de viajar a Estados Unidos: ‘Lila’ y ‘Juegos’.
Viaja.
Se muda a Denver con Danny Pauta, su productor. La idea es pasar un pequeño tiempo de vacaciones antes de entrar a la universidad, pero luego la cantante pone como su objetivo principal el levantar el proyecto musical en ese país.
Era una adolescente de 17 años, perdida y arrepentida por su decisión. “Lloraba todos los días, hacía música y sentía que no era propio de mí. Eso era duro”. Combinaba su precaria situación musical en Norteamérica con trabajos mal pagados, que le servían sólo para pagar deudas del departamento. “Todo el tiempo pensaba que era una mala decisión”, me dice, mientras se preguntaba con bastante empeño si todo esto de viajar a otro país para sacar un proyecto en realidad valía la pena.
Debido a sus decisiones se había peleado con su madre, porque la música empezó a separarse de los planes en su educación. No hablaron por semanas, no tenía más apoyo que el de la familia de Pauta. Sin embargo, no quería volver a Ecuador. “Sentía que ya no era el lugar para mí”, dice, -¿por qué? -pregunto-, “siendo una artista mujer, por mi apellido, por mi forma de ser, no me sentía parte de ese lugar o la gente. A pesar de ser adolescente habían huevadas que, estoy segura, los hombres no pasan, además tampoco me pagaban por mi música y si lo hacían eran migajas”.
Las comparaciones mal intencionadas le caían y los casos de músicos abusadores en el circuito se acrecentaban. Ese ambiente la apartó del país.
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Neoma, que explica su pseudónimo como ‘luna nueva’, se creó a partir de la distancia hacia su público en Ecuador.
Su relación con la música en Cuenca empezó en el mismo Parque Calderón, como uno de los varios puntos donde anunciaba por Facebook o Whatsapp que iba a estar ahí para vender entradas de festivales. Era muy joven, era fan del circuito que ahora la acoge por su éxito en el exterior y defiende que, gracias a algunos personajes de la música alternativa en Ecuador, puede crear confianza en este año para aprovechar la atención de sus seguidores. “El siguiente disco va a tratar sobre un personaje que comienza a experimentar su sexualidad, su feminidad, lo que es literalmente ser mujer en el mundo. Va más allá de ser un disco de mal de amores y sí, se basa en una, porque no puedes no hacer tu música personal”.
“Quiero pararme en grandes stages”, enfatiza. “Quiero ser una estrella pop, quiero ser como Lady Gaga”.
Su confianza ha crecido en el exterior, con personajes que se han unido a su forma de ver el mundo y tomar un tono político en su propuesta pop, “siempre quise hacerlo pero no sentía el power. No sentía la confianza”, me dice, pero ante eso prueba su vida como una importante justificación para hablar sobre temas feministas, “esto ha pasado durante toda mi vida, desde mi infancia, desde chiquita. No tendría sentido hacer música y no tener un lado político”. Se identifica como vocera de estos temas, del feminismo y la sexualidad, asuntos sin resolver en el país de donde viene, dice. Aunque de ese mismo país es de donde recupera a personajes importantes para tomar parte en el cambio.
“Cuando comencé a hablar con Pedro (Bonfim) él estaba haciendo su disco y yo nada todavía”, recuerda. Conoció al vocalista de Lolabúm cuando él fue a verla a un concierto, en primera fila. Meses después harían una canción, ‘Cuando quieres jugar conmigo’, que ahora supera los 535.249 reproducciones en Spotify (información de 2022).
“Que él me diga que le ayudo a ser mejor persona fue muy hijueputa, me di cuenta que sí, soy arrecha, que necesitas gente que te diga que está bien lo que estás haciendo”.
Con 20 años recién cumplidos, la artista cuencana se aleja mucho de esa vista inocente del 2018. Dice que no considera a su voz como un detalle excepcional, que “ella es una showgirl”. Detrás de eso se esconde un trabajo independiente, con una esfera a su alrededor en forma de trabajo en equipo que depende de ella y viceversa para no desaparecer en el desinterés.
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Si bien convencer a alguien que ‘ser estrella pop’ es tu objetivo de vida se vuelve todo un reto, Neoma plantea que esto ha dejado de ser una búsqueda por convencerse de que lo conseguirá, ya sabe que es algo que va a pasar pero que, según ella, “no va a pasar si se queda quieta”.
La artista explica que acudir al psicólogo ha sido un hecho. “La Neoma de 16 o 17 años se sentía perdida, dependía mucho de las demás personas, tenía muchas inseguridades y aunque nunca se va a ir porque es parte de mí, ahora estoy más lista que nunca, antes me hubiese importado que me cancelen pero la gente que apoya mi proyecto también debe saber quién soy, porque sí, voy a sacar canciones sobre feminismo, lo que significa ser mujer y estoy lista”.
El siguiente paso es aprovechar toda esa atención que consiguió en el año para convertirse en una líder de opinión, “ahora estoy en el mejor punto física y emocionalmente”, dice con confianza, después de escribir en un post de Instagram todo lo que deben saber sobre las luchas como mujer que la artista ha tenido que sortear para estar donde está, que “quiere lograr una discusión”.
Prefiere, por otra parte, evitar temas personales como sus relaciones personales, “prefiero que sea algo mío”. Aunque tiene una fuerte alianza profesional con su equipo de trabajo y su pareja, reconoce que la idea prehistórica de los intereses emocionales por sobre su proyecto no existen, que se siente acompañada por todo un equipo, uno parecido al que en sus inicios le ayudó en Cuenca a sacar sus primeros singles.
Entre tanto, ya grabó algunos demos para su nuevo disco, en un retiro musical con su banda. Tiene 20 de ellos en la cabeza pero sólo 13 verán la luz. El objetivo es lanzarlos el próximo año, ahora cuenta su carrera como un intenso juego de los álbumes que vienen, aún con una mirada desconfiada sobre si su historia musical llegará a donde su destino le dice que escalará.
Esa misma mirada que se confunde también se encuentra, uniendo cabos entre su vida personal, que se vuelca a ser una persona que toma todo el tiempo de trabajos que no se adaptan a su destino, pero que algún día la subirán a los escenarios que busca.
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Esa tarde en Cuenca, Neoma sale al escenario desde el camerino improvisado. “Siempre quise tocar aquí, acá empezaron todos”, -me confiesa en las llamadas de Zoom que tuvimos para armar este perfil-. Comienza y al frente suyo hay un número considerable de gente que la espera. El concierto se envuelve en problemas técnicos. Neoma continúa con un show que no para. Su cara mantiene la sonrisa, pero por dentro tiene mucha furia que quiere explotar.
Lo canaliza. Puedo concluir que Neoma quiere irse del lugar al finalizar el concierto. Lo recuerda así, como algo de lo que se puede reír ahora pero lo afrontó como alguien que se prepara para el fracaso antes de intentarlo, porque en su cabeza está muy en claro que “no tiene nada que perder”.
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Después de leer esto, que complejo pensar que esto fue hace dos años, ¿no? Escucha acá abajo ‘Real’, el único álbum -hasta el momento- de Neoma: