Pepe Campo y su ‘petite mort’ con la nostalgia

Pepe Campo

Critica música por ¿buena suerte? Casi nace en una escuela, prestaba discos de Charly García para que no mueran en el olvido y le hizo una canción a la nostalgia de una red social. Este es Juan José Avilés, el alma detrás de Pepe Campo.

Juan José con su madre cuando era bebé. Cortesía del artista.

¿Qué se puede decir de un extraño? De alguien que ha existido tantas veces que sólo ahora parece tener unas horas de plenitud. El cambio es ley y el abandono también. Un extraño puede abandonar en silencio aquello que sólo le perteneció a él y nadie notará su cambio.

Pero, ¿qué pasa si jamás abandonamos o cambiamos algo –o alguien-? Se hace un quizás que no responderemos nunca. ¿Por qué creemos en esa otra opción, entonces? ¿Será que no creemos en la ley del cambio o jamás abandonamos algo –o alguien- por completo?

Se llama Juan José Avilés Navarrete, pero desde el 2020 se adueñó del Pepe Campo.

Promocional para el lanzamiento de ‘Quizás’. Idea: Adrián Gusqui.

Resuelve que el año que lo vio nacer es una jugada numérica especial, “nacíen la mitad del inicio y en la mitad del fin”. Nació en 1995, para él este año es exacto, porque es la mitad de la nueva década y la mitad para el fin del milenio.

Pero su nacimiento va más allá de cruces numéricos. Casi nace en la escuela de Sauces donde estudiaba su hermana. “Mi hermana me dice que porque nací yo no pudo hacer su número de la bella genio”, cuenta entre risas, recordando lo que le contaron después de que nació. “A mi mamá se le rompió la fuente en la escuela, pues”.

Dio su primer respiro en el sur de Guayaquil, aunque la escuela de su hermana quedaba en Sauces, o sea: al norte de la ciudad. “No sé cómo aguanto mi mamá”, reflexiona.

Naturalmente nació el 9 de julio, pero el Registro Civil quiso darle un día más de vida y lo registró el 8 de ese mes. Guarda recuerdos perdidos entre los primeros que pudo tener, pero sabe cuál fue el primero de ellos. “Todavía me acuerdo el apellido del doctor…Moreira”, trata de acordarse, dice que a los tres años recuerda haber parado en el hospital tras habérsele detectado tifoidea, “me tragué agua de lluvia por el Fenómeno del Niño de ese año”, cuenta. Al llegar al hospital se le vuelve difuso el panorama, inventa un ambiente que tal vez no existe pero lo que sí cuenta con seguridad es la petición extraña de su madre, “haz agú”, le pide, hace agú y el doctor Moreira le mete el suero.

El dolor nos cambia.

Promocional para el lanzamiento de ‘Quizás’. Cortesía del artista. Idea: Adrián Gusqui.

De ahí lo que viene luego son recuerdos desordenados, como haber perdido el rubio de su cabeza a los cuatro años y esos árboles que escondían a Sauces de la regeneración urbana en inicios de los 2000. Se pierde en un ‘Yesterday’ de Los Beatles, repetitivo en la voz de su mamá, que le canta a Pepe por esta coyuntura de ser profesora de inglés, ella se llama Janeth. Su padre es José.

José lo educa –sin querer queriendo- con influencias musicales de este mundo latinoamericano, “escuchaba a Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui…”. Pero en definitiva, Pepe Campo le debe toda su iniciación a algo en concreto: MTV.

De cuando Music Television era la excusa para perder el tiempo es de donde Pepe rescata las primeras impresiones (conscientes) que tuvo sobre la música.

Admite que esa primera sorpresa sucedió con un videoclip de la banda mexicana PXNDX, con ‘Narcisista por excelencia’. Cuenta que eso pasó hace ya casi una década, que le marcó el performance del vocalista de la banda. Su tocayo, Pepe Madero le convenció el ser músico, “quiero que esa huevada sea mi vida”, resume, tras interpretar la actuación de libertad adolescente que el músico mexicano expresaba.

Esa primera parte de su consciencia se mezclaría a sus primeras clases de
guitarra, a los 11 años, pero seguirían creando una cadena inevitable tras una visita a la casa de uno de sus amigos. Lo recuerda como un niño que estaba medio acomodado económicamente. A él le mostró PXNDX y por ahí sus primeros acercamientos a Marilyn Manson. Semanas más tarde su amigo aparecía con discos de esas bandas. Campo entendía que había algo más que un videoclip en juego.

Los discos son la obra.

De ese mismo amigo descubrió, tras un ringtone de su celular, que tenía a Los Beatles bien metidos en la memoria. “Mi amigo tuvo un celular y le vino con una canción de Los Beatles, ‘And I Love Her”, y me di cuenta que había escuchado eso antes…no sabía qué decían pero he escuchado eso, mis papás cantaban y yo sabía que eso era lo que me cantaban de chiquito”.

El camino estaba más que dicho: la música debía intentarse en el cuerpo de pp. Con clases de guitarra a los 11 y una guitarra regalada a su hermana, empezó a introducirse de a poco en la música, hasta que tras un ‘sueldo’ por haber hecho la primera comunión pudo comprarse su primera guitarra eléctrica que, desgraciadamente, al prestarla a un amigo se la robaron.

Pasaría el tiempo hasta sus 15 cuando conoció a Kirb (Kevin Rivera), quien le vendió otra guitarra y de paso se hizo profesor suyo. Rivera tenía 19 años y representaba en cierta medida ese músico que Pepe quería representar a esa edad. “Él me dijo para que me enseñe guitarra. Pero era una excusa para ir a bielar en su casa y ver anime. Me enseñaba una escala cada cuánto. Una vez el man me dijo que el bajista de su banda se había ido por problemas con las drogas y yo le dije que tocaba mejor el bajo que la guitarra. Él me prestó su bajo para sacar las canciones y ensayé. Tuve algunos shows con ellos a los 16 o 17 años, en último año de colegio”.

Promocional para el lanzamiento de ‘Quizás’ en la que es joven (atrás está David López). 
Cortesía del artista. Idea: Adrián Gusqui.

Las causas para que sea músico y consecuentemente bajista eran muy extrañas, hasta suertudas. Vivó ese abandono repentino de un instrumento por otro con esa imagen, que él admite, se parecía mucho a un beatle. Y aunque la presencia de Los Beatles es cosa recurrente en esta vida quiere que todos sepan que “no era del team de fanáticos a muerte de tal banda”.

La banda de Kirb se acabaría y Kevin también se dedicaría a otra cosa que no sea la música, se hizo ingeniero. Pero Pepe conocería a uno de sus timones en ese camino: David López.

Cuando Pepe buscaba fervientemente la atención de López, este tenía 24 años, Campo estaba a 10 años de distancia. Él empezó a buscarlo para adentrarse en un proyecto del cual ahora se habla muy poco, sin embargo, entre ambos forjaron una buena amistad que destinó a que David le aconseje a Pepe que estudie Producción Musical en PARADOX. Él lo pensó y tras algunas discusiones con su familia por cuestiones de dinero, entró. A todas estas diatribas David le había dicho frente a los problemas que “siempre hay una manera”.

A Pepe siempre le sorprende esa forma tan relajada en cómo enfrenta la dificultad uno de sus grandes guías. Quizás eso lo convenció.

En PARADOX se fue mezclando con la escena en la que quería ser representado, revolvió sus gustos por nuevos músicos, ya le gustaba Fito Páez, Charly García y Spinetta: el tridente. Más o menos bien, él se las arreglaba para comprarse ciertos discos y compartirlos con sus amigos de ese entonces, dice que “mis profesores solían decir que ‘hay que compartir la música’ y yo la compartía como loco”. Entre esos favores le compartió el ‘Rock and Roll Yo’ de Charly García a Juan Carlos Esparza.

“Cuando se lo doy él me dice ‘yo tuve este disco, pero lo puse tanto que se rayó’”, recuerda. Hablaron de Charly y en esa cadena de sucesos se entera que Esparza trabaja en Radio City, donde le ofrece trabajo, un TRABAJO para Pepe: poner música en la radio. De esa aventura y entre tantas entrevistas conoce a la banda guayaquileña Infinito Zen, quien su vocalista se convierte en su primer feat en su proyecto, en ‘Quizás’

En una broma recurrente en la humildad del afortunado, Pepe Campo retrata que su posterior entrada a la sección de Crítica Musical en El Universo resultó un hecho basado en la ley de la atracción, “siempre pienso que si lo pienso, lo atraigo (…) mi vida ha estado repleta de magia, algunas cosas sólo pasan y no es que las busco”.

En 2019, al volver de unas vacaciones de Buenos Aires, se encontró con la noticia de que Carlos Icaza (editor de El Universo) lo andaba buscando porque necesitaban un crítico musical y sus años en PARADOX lo validaban, entró y ahí sigue. Reconoce que hacer crítica en Ecuador es jugar con cuchillos sin mango, “he encontrado a la gente más bacán del mundo pero también gente de verga”.

El Juan José Avilés de Pepe Campo se traduce en varios intentos por abandonar su pasado sin negarse a él, me cuenta que cuando era niño, rubio y símbolo de caricias para las señoras, pasó el tiempo y perdió ese color y cuando se lo preguntaban él decía que fue “porque su mamá ya no le quería”. Años más tarde se enteraría que esa fue la excusa de Charly García para explicar su vitíligo.

Las coincidencias no existen.

​El Juan de Pepe se refresca en historias de amores que siempre están lejos, que cuando están cerca se aman con la justicia del tiempo separado y se acaban cuando la distancia de nuevo se renueva. Me admite que anhela esos momentos en que escribir canciones se debían a un amor que lo destroce, pero que la plenitud tampoco está mal, que “escribe sobre otras cosas”, suspira, “como historias de fantasía, cosas que le han pasado con narrativa comédica”.

El Avilés de Campo quiere negar Buenos Aires por la desesperación de sus calles y el encontronazo con fantasmas pasados. Quiere aceptar que Lima fue su cima, que escuchar ‘La Rueda Mágica’, de Fito Paez le cambió un poco la vida. Que allá se enamoró y vio a Radiohead.

Que allá volvería para quedarse.
Que la amistad va en el podio.
Que su madre es primero.
Que todo importa.
quizás,
sólo
quizás.

Adrián: -¿Qué más quieres decir después de que escuchen la canción?

Juan José: La primera frase de la canción es lo más importante. Después todo no es tan importante. Esa primera frase es todo lo que yo he querido decir en toda mi vida. Quisiera decir que no está mal saber quién eres tú por fuera, siempre y cuando sepas quien eres tú por dentro.

Charly García dijo que hoy puede estar como un jet, perdido entre las nubes, sin señales para ver a donde va…pero su corazón no es ciego.

Que no es un extraño y conoce la ciudad. Pepe o José conoce algo más que una ciudad, conoce su ciudad, se conoce, conoce. Tras el cambio todos podemos ganar, quizás, todos podemos perder.

Escucha acá abajo a Pepe Campo: