Para Lolabúm, con gratitud en el cora

Gratitud a una de las mejores bandas de los últimos años y la mejor de Ecuador en 2020. La periodista Carla Vera reflexiona en esta carta sobre lo que nos significó Lolabúm.

texto Por: Carla Vera
Diseño Por: AdriáN Gusqui

Han pasado siete meses de cuarentena, parecen 100. Y, confieso que: NUNCA imaginé que lloraría en un concierto vía streaming al que se conectaron más de 500 personas. Hablo, claro, del concierto de Lolabúm que sucedió el pasado 24 de octubre. Ese toque virtual sintetizó por qué esta es una de mis bandas favoritas, no solo de Ecuador, una de mis bandas favoritas, punto.

Las pachanga empieza.

No sé si estoy exagerando, si la abstinencia de conciertos en vivo me tiene así, pero esta es una de las mejores presentaciones que he visto, aunque sea a través de una pantalla. Sentí orgullo, nervios, alegría, frustración, acompañamiento, sorpresa, alegría, alegría, alegría

Me gusta imaginar a los fans de Lolabúm, cada quien desde su guarida, sintiendo las mismas emociones, con esa conexión más profunda y menos variable que el Internet. Esa nostalgia por los shows en vivo, la identificación con las letras de sus canciones, el vuele con sus sonidos, la admiración a Pedro Bonfim por ser este frontman tan político y tan teatral; tan serio, pero que a la vez mantiene su niño interno intacto, niño que me hace sonreír cuando baila y mira a la cámara con su pelo pintado; tan afectuoso pero también poderoso; tan sarcástico, y a la vez tan directo; tan frustrado por tantas cosas pero a la vez tan sereno, tan entregado.


Crecí profesionalmente en una escena que no era política. Fue una época efervescente para la música, con una generación hambrienta por salir de nuestro metro cuadrado, pero en la que no todas las bandas se atrevían (o no querían) tomar una postura política, una bandera, aliarse con causas urgentes

Ante este cuestionamiento, algunxs decían que su objetivo era que las personas que lxs escuchen se acurruquen en sus melodías, escapen, por unos minutos, del fatal ruido externo. Un argumento válido, pero que no comparto. Otras simplemente no estaban conectadas con lo que pasaba afuera de nuestra burbuja de privilegios, conciertos y festivales. 

Fue una época en la que el feminismo y la música no siempre iban de la mano; el miedo a hablar y a denunciar era constante. Tiempo en el que Ecuador decidió explotar el lugar más biodiverso del mundo y vivíamos con Rafael Correa como presidente, amenazando a periodistas cada sábado, concesionando nuestro territorio a empresas extractivas, todo por la fuckin avaricia, y en la otra cara de la moneda, Rafael Correa siendo el espejo más grande del machismo en nuestro país. Pero en los escenarios poco o nada se hablaba al respecto, quizás por el hartazgo, porque todo parecía demasiado, quizás porque encontramos en la música un refugio, una escapatoria.

Han pasado apenas un par de años, aunque parecen 100. Y a estas luchas, a la calle, a las denuncias ya no se podía ignorar. En una escena en la que la protesta se entregaba a géneros como el punk, el rock pesado o el rap, llegaron cuatro chamos a cuestionar estos discursos, a envolvernos con su música y hacernos sentir tan cabreadxs y tan felices al mismo tiempo. 

Era 2016 cuando yo me enamoré de Lolabúm.
Y es 2020 el año en el que reafirmo ese amor.
 

Este año ha sido denzel. Año pandémico. Año, también, en el que las denuncias a tipos violentos y machistas llovieron. Pero ‘Verte Antes de Fin de Año’ y ‘O Clarividencia’ llegaron como un abrazo, como un pana (¿o dos?) que te cacha y acolita en todas. Un buen pana que te hace cuestionar un montón de cosas, que te hace pensar, pero que también te invita al disfrute y al movimiento espiral de los sentidos. 

…fue lo primero que le escribí a Pedrito Bonfim el día que escuche VAFA.
…fue lo primero que le escribí a Pedrito Bonfim el día que escuche ‘O Clarividencia’.
…fue lo primero que le escribí (así, en mayúsculas) a Pedrito Bonfim después de su show en vivo el 24 de octubre. 

Y es que en este país, que parecía estar tan tibio hasta octubre de 2019, en el que un paro dejó cicatrices que aún no se curan, el hecho de que una banda utilice sus plataformas para cuestionar y denunciar a agresores; injusticias y huevadas, y -de paso- nos ofrezcan el mejor show vía streaming que he visto hasta hoy, y -de paso- nos dejen dos regalazos, dos discazos que -de seguro- pasarán a los libros de historia en el catálogo latinoamericano (y en el de mi cora), es grande, es gigante, es para aplaudir y agradecer. 

El show virtual de Lola fue teatral, mágico, voladazo, y con frases que fueron una palmadita en la espalda para ver si seguimos despiertxs. Frases como “Querido Lenin, ¡te odio!”; “VHC, deberías estar en cana” me hacen, NOS hacen sentir acompañadxs y respaldadxs por una persona, por una banda, que utiliza sus plataformas para expresar su incomodidad, y hace algo algo al respecto, y sale a las calles, y hace música, y hace, y hace, y hace…

Tengo 31 en el 2020 y he ido a un montón de conciertos, he entrevistado a muchas bandas, he seguido de cerca muchas carreras, pero nada me había emocionado tanto como seguirle la pista a Lolabúm, descifrar sus códigos, aplaudir sus cuestionamientos y agradecer su alianza, agradecer -también- eso de de utilizar sus plataformas y su visibilidad para educar, para protestar, para cuestionar, y también para entretener, para compartir, para hacer la vida más ligera con sus canciones. 

Por eso y mucho más, te escribí este texto, Lolabúm, con gratitud en el cora.

Escucha aquí a Lolabúm en su disco dividido en dos: ‘O Clarividencia‘ y ‘Verte Antes de Fin de Año‘.