Usualmente hablar con el batero de una banda no da más que una respuesta vaga. A veces hasta incómoda. La mayoría de veces no son el frontman o el compositor. Pero en Niños del Cerro parecen tener una cualidad única en sus integrantes, al menos desde las palabras de José Mazurett (el batero de esta banda), o Pepe, para los amantes de los hipocorísticos. Es que verán, con Pepe íbamos a hablar del último disco de la banda e iniciamos hablando de política, terminando en: política y Barcelona S.C.
Los niños no tan niños

Les voy a poner en contexto para que entiendan todo esto, porque esta banda es de Chile, exactamente de Santiago: su capital. Hace pocas semanas estrenaron su tercer disco, Cuauhtémoc (lo puedes escuchar más abajo), un EP con cuatro canciones, el cual he traído a colación de tan lejos porque pueden ser -seguramente- los nuevos líderes de la música chilena. Tienen esa historia romántica de las bandas que siempre tienen biografía y aquel presente en el cual VICE los ha mencionado más de tres veces.
Dato que no pediste: Que VICE te mencione es la graduación a tu proyecto alternativo.
Se iniciaron como una banda de colegio, avanzando con canciones sin publicación, entre tocadas dentro de casas y luego a los bares, pero ascendiendo de a poco con algunos fans. Pequeños y con bajas aspiraciones, mudaron de estas ambiciones a hacer de la música su forma de vida. Decisiones que hasta la fecha los han llevado a festivales en México, Perú y España, de la mano de un sello discográfico chileno: ‘Quemasucabeza’.

Mazurett es el baterista de la banda desde 2014, aunque ‘los niños’ iniciaron en 2012; él es el encargado por la banda para esta entrevista y considera que si hubiese una forma de hacerle conocer a un desconocido de la existencia de la banda existencia diría que: “no somos niños en un cerro; somos una pintura”. Un texto ambiguo que explica en el juego emocional entre la alegría y la pena, continúa: “siempre lo he forjado como que intentamos arraigarnos a las bases latinoamericanas, pero sin estudiar tanto. Desde que prendiste la radio hasta que viste la tele. Te vas calando de identidad chilena-latina”. Dice también que la agrupación es un proyecto mezclado entre influencias anglosajones y latinas, lo que ha determinado que haya “harto ruido y desorden”, en el mejor sentido de las palabras, que pueden ser entendidas después de escuchar ‘Lance’ (2018), su segundo disco, un avistamiento perfecto sobre la madurez de los integrantes, que intentaron, con éxito, desesperar a sus fans con canciones que iban de los 3:47 a 8:12 minutos. Con una especie musical que se va a ratos por destruirse, sin exagerar, a momentos en los que sentirse frágil se vuelve costumbre.
La música como dolor y gloria del latinoamericano

Cuauhtémoc enfrenta otras necesidades, otros tiempos y más discursos abstractos, según Pepe, quien, al iniciar esta llamada, debido al confinamiento por el Covid-19, habla sobre la situación en Chile, que vino acompañada de un quiebre sociopolítico en el país del Sur. En base a la situación política surge la consecuencia del disco: el dolor.
“Es interesante retratar ideas, imaginarios que son locales; con personajes que te permiten hablar del dolor”, dice Pepe, quien cita a Violeta Parra para explicarlo: “para cantar el dolor hay que saber del dolor”. El baterista reconoce que la imagen del último emperador de los Aztecas (Cuauhtémoc) fue necesaria para representar lo que buscaban, “tomamos la ropa de este personaje”, añade el santiaguino.
El motivo por el cual empiezo hablando de política con Mazurett es específico, el disco y la música de Niños del Cerro implanta en sus discursos abstractos, según Pepe, mensajes que “reflejan la vida de una persona en la ciudad”, justifica que si bien su vida no se compara al dolor de quienes en realidad sufren, dice que “podemos encarnarnos a través de estos personajes y retratarlos de la manera más solemne que podamos. Sentimos su dolor con lo que tenemos a nuestro alcance”. Pepe refresca esto en que alrededor del continente hay una idea histórica de dolor a través de la colonia, la denuncia social y el desacato, pero al mismo tiempo, en cada país hay un héroe: “de hecho, Cuauhtémoc nos pareció el mismo relato de una vértebra, que es el sufrimiento por toda Latinoamérica, a todos nos colonizaron. Era interesante que Cuauhtémoc era como Caupolicán (un líder militar de la cultura mapuche, en Chile)”, concluye con que “sentíamos que podíamos hablar con esa propiedad”, sin embargo, con total consciencia que su dolor no se comparaba al de sus antepasados y a los del presente.
Este disco fue de vital importancia tras su visita a México y esa creación de empatía que la banda añadió a su objetivo como músicos, uniendo la historia con la trama de sus canciones. La portada fue diseñada por Maya Bayer y Daniela Iturra, con el modelo Micklee Lafond, con la idea de “retratar el imaginario mexicano, también con estos tintes de muerte, encierro y detalles”, de hecho, las letras del diseño fueron hechas una a una con la intención de parecer a las del Metro de México.
Ser batero y olvidarse de las miradas

No iba a desaprovechar que nos mandaron al batero para retratar otro feeling: estar atrás, como dice Alvin, en El Cuarteto de Nos: “como todo buen golero: siempre solo, siempre atrás”. Pepe es alguien muy sensible, perfecto para explicar qué hace el batero en todo el show, destruyéndose mientras los ojos se acumulan en los ojos cerrados del vocalista. “No pienso mucho a la hora de tocar, es como caminar. Tengo esa conexión con Simón (el vocalista), que ambos tocamos desde chicos. No pensamos en lo que estamos tocando, sólo lo que sentimos”, me dice Mazurett, quien a su vez me admite que es la primera vez que le preguntan sobre su papel en la banda, continúa con que “a veces quisiera estar más adelante para que me vean más a mí. En escenarios más grandes pienso que pierdo la conexión humana con ellos. Quisiera estar más adelante para ver a los ojos”, no me explica si esos ojos a los que quisiera acercarse son de los fans o la banda, pero apostemos a que son ambos.

Todo este tiempo en la banda lo ha colocado en un objetivo basado en sentir a mil, “no importa que nos equivoquemos, sino que lo sintamos” muy consciente que están lejos de la perfección, culpa, acepta y agradece a la energía del grupo “la energía y la emoción siempre llevan al error, me dejo llevar a la energía. Prefiero abocarme en ellas”, sentenciando que podría describir su aventura en Niños del Cerro como “todo el rato cayendo por una colina, pero no sabes que hacer”.
A ti que te encantan los chismes
No sé si Pepe puede soltarlo, pero la banda está trabajando en el siguiente LP, “está en pañales”, cuenta el batero, sin embargo, hay una sorpresa que en poco tiempo se verá en plataformas. Niños del Cerro lanzará un álbum en vivo de su concierto del Matucana 100, grabado a inicios del 2019. Sobre esto, Mazurett concluye con: “cada vez que aprieten play nosotros vamos a volver a tocar en ese mini parlante o en sus audífonos. Quería un registro en vivo porque no se puede desmentir”. Tendrá 15 canciones.

La entrevista termina con recomendaciones de bandas ecuatorianas de mi parte, le digo que Letelefono le encantará, “como teléfono en francés”, acota. Esto debido a que de Ecuador sólo conocía al Barcelona S.C.
Dato: Pepe quiere que sepan que todos miden entre 1.60 y 1.70, “para que se hagan una idea”, dice.
Niños del Cerro son: Simon Campusano (voz y guitarra), Ignacio Castillo (guitarra), Felipe Villarubia (bajo), José Mazurett (batería), Diego Antimán (teclados).
Escucha acá abajo a Niños del Cerro, esperamos verlos en Ecuador en el futuro: