Amor en tiempos de música

Amor en tiempos de música

Inspirado en el álbum Peperina’, de Serú Girán.

Le había llevado una canción. Andaba en un playlist de Soundcloud, que borré luego porque lo dedicó. Entonces ella y sus pecas volvieron con esta canción.

Era la reina y yo el espejo; todas las canciones que le mostraba me las demostró. El aire acondicionado la condicionó y vi que fueron tres canciones por sus pupilas y una por lunar.

En la espalda tenía tres lunares. Por cada uno le canté una canción. Y a cada uno le di una intención.

Al primero las palabras, al segundo una visión y al tercero el agua de la luna que no pasó por el nubarrón.

Esa absurda prisión duró tres minutos y a veces, en vacas gordas, siete y más. Una canción duró veintidós. Supe que no importaba la duración, ansiaba su sensación.

No importaba el artista, no veíamos el show. Pensábamos en el regreso, en el cuarto de hotel y el apagón.

Importaba el agua y las ganas que cada uno se guardó.

Cuando llegamos a las sábanas nos acostamos en dos filas. Cada uno más inconsciente le decía al otro que Serú Girán le retrasaba el corazón.

Con la mandíbula apagada escribía palabras para poder creer, esperándola ver en algún zen.

No la cuides desde lejos y le digas lo que tenga que hacer, recordé.

En los recitales la veo caer desde la butaca veintiséis y puedo creer que a la música también la puedes ver cuando compaginas la inocencia con la piel.