Dos cosas: puerco se refiere a «porquerías», no al animal. Segundo, mucha atención a las recomendaciones del final.
“Plateado sobre plateado (huellas en el mar)” y “Fanky” son dos cosas por las que ya no me caigo bajando las gradas. Bailo y le atino a todo, a cada paso en la baldosa, con la escena de una película italiana en alguna universidad de Chicago en mi imaginación. Ando loco y embriagado. Muy idealizado en bajada.
Escuchar a Charly te hace un puerco por su nivel monumental de feromonas musicales que lleva y deja. La característica esencial –y más sincera- cuando escuchas a Charly cantar, es sentirte un viejo con la mano alzada, doblada en 70 grados y con un poco de vitíligo en la mente. Ni negro o blanco. Te pintas con lo que ves, haces y escuchas. Bajo la lupa de la García Influence.
Estoy diciendo que le copias al ídolo. Que ya no pasa, porque ya casi no hay identidades que copiar para sentirse un puerco mal vivido. Con Charly, afortunadamente, eres un puerco propio. Hasta más, porque descubres que hay más porquerías en donde creías que no había más. Te descubres con ideas ajenas, de esas que crees invisibles porque te aterran. Conviertes las feromonas de su música en tus propias obsesiones, fetiches o adicciones.
Hay y no se esconden, aunque a veces la porquería que encuentras al escuchar a Charly inicia con asuntos románticos. Muy dedicables y de alto revuelo. Pero al final, son porquerías que deseas copiar.
Entre discos y diretes, Say no more, Influencia y Clics Modernos son los álbumes más puercos de la era Charly García. Me quedaría con toda la discografía y los ‘en vivos’ que son más Charly que banda, pero la indecisión no hace al fan.
Tienen que pasar unas semanas para reescribir qué escuchas en García y porque es tan necesario a pesar de sus cambios en cada disco.
Si necesitas amor tienes al Tango 4, si vuelas con tus crisis existenciales, tienes al Say No More, si lo tuyo es vivir del mainstream está el Clics Modernos y el Random. Es decir, tienes para cuando naces, ves que naciste, aprendes a nacer, vives, te reproduces y te quieres morir. Charly es una ciclo biológico en forma de canciones.
A pesar de las fuerzas que un solista puede enganchar a su propia audiencia, García intervino en agrupaciones para elevar sus porquerías personales a creaciones de las mismísimas boys bands (Sui Generis, La Máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán), que se creyeron a sí mismos que importaban todos, cuando sólo importaba ese flaco del que nunca vas a encontrar una foto en la que se vea joven. En banda importaba Charly. Luego hablaremos de ti, Aznar.
García es un viejo convencido de algo: las cosas que pasan arriba del escenario son un mundo creado como te dé la gana. Bajo él, el show continúa, pero mezclar ambos trae sus consecuencias. Todos podemos enterarnos de la caída heroica del hotel a la piscina o cuando suspendía sus conciertos porque no quería cantar más. Podemos identificar a un puerco lleno de porquerías.
Se nos hace difícil encontrar algunas antítesis. Google no cree mucho en algoritmos pro-Charly. Pero al son del millenial, descubrir la historia tras “Cuchillos” o los feats con Mercedes Sosa –en especial “Desarma y sangra”- son razones suficientes para volver a creer en que toda porquería muere con una buena acción tras de sí. Por ejemplo, cuando Palito Ortega ayudó a García y lo alejó del mundo. De ese mismo mundo que lo llevó a destruirse.
Aunque el mundo también lo construyo, por supuesto, porque Charly sigue vivo. Vive el más loco. Hasta edades en las que canta como madera mojada. Vive un viejo al que le daba vida hasta el 2018. Se ha vuelto un falseta de la muerte. Un Charly muy puerco. Que aún viejo, quiero que haga sus porquerías.
Porque si no, ¿con quién carajos me justifico cuando no puedo decir más?
Yo ya soy un puerco.
Acá te dejo 10 canciones que te pueden ayudar a conocer a Charly de mejor manera: